lunes, 22 de diciembre de 2014

Capítulo 13. "Un pequeño cambio"



-¡Oh! Kristoff, me has dado un susto de muerte... - dijo Anna sin aliento.

-Lo siento,mi pequeña zanahoria... No fue mi intención, querida. - se disculpó él y le dio un dulce beso en la frente.

Anna estaba en la oficina real del palacio de Arendelle, como lo hizo cada día después de la partida de su hermana. Elsa ni siquiera se había despedido de ella, pensó Anna con tristreza. De hecho, la princesa ya no solía sonreír si no fuese por su amado y futuro esposo, Kristoff. Extrañaba con todas sus fuerzas a Elsa, y se aferraba a la esperanza de que pronto volvería.

-¿Cómo has estado, Kris?

-Bien, tú sabes. Creo que me estoy acostumbrando a la idea de vivir en un palacio, aunque debo correr unos cuantos metros para alcanzar el baño y no hacerme encima, porque SÍ que es extenso. Y excepto por la parte de tener que asearme cada bendito día.

La muchacha rió, sin fuerzas y ánimos. Ya no era la vivida y alegre princesa que había conocido, se dio cuenta Kristoff. Tampoco sabía que su hermana era tan esencial en la vida de su novia. Pero él no se daría por vencido en la persona que más ama. Juró que haría lo posible por reanimarla de algún modo u otro.

-Sabes, querida. No has salido del palacio desde hace semanas. Mejor dicho, de esta sala. Rara vez comes u hablas con otros que no sea yo. - se acercó a donde ella estaba sentada y le tomó las manos que estaban escribiendo en unos papeles que debían ser de interés real. - No quiero presionarte, Anna. Pero te amo, y estoy preocupado.

Ella entendía a lo que se refería. Se alejó de la interminable pila de papeles del escritorio para enfrentarse a él, con una mirada sumida en dolor y pena.

-Oh, Kristoff. - corrió a abrazarlo. - Yo también te amo. Pero ahora debo gobernar un reino entero y no tengo la mínima idea de cómo se hace. Estoy atareada de tareas y es TAN ESTRESANTE. Aún no entiendo como es que Elsa lo hacía. Ella hacía que se viera tan fácil...

-Lo sé. Y si supiera cómo reinar, sabes que te ayudaría. Pero no puedes seguir así, Anna. Te está consumiendo toda esta loca idea. Sin embargo... Tengo la curiosa sensación de que hay algo más que deberes reales rondando en tu cabecilla traviesa y que te preocupa. Y mucho.

-¿Cómo lo sabes?

-Desde que te conocí has sido un libro abierto para mí. Transparente. Puedo leerte fácilmente, como si fuesen mis propias emociones las que veo. -colocó con su mano dulcemente en su mejilla y acomodó un rojizo cabello  rebelde que se escapaba del elegante peinado de Anna. - Te conozco, y sé que  hay algo además de Arendelle que te preocupa. ¿Qué es, mi amor? Puedes decírmelo, siempre que te sientas mal sabes que yo...-

La nueva reina lo calló con un beso. Él había sido tan atento estas semanas de soledad, no se sorprendía que Kristoff supiese que su pena se debía a algo más. Se separó un poco del fornido cuerpo de su amado para decir:

-No sabía que me conocieras tanto. Pero sí, es cierto. Estoy preocupada por Elsa. No sé dónde está. Lo único que dejó fue una tonta nota que decía "te extrañaré Anna. Debo irme por un tiempo, pero sé que podrás hacerte cargo de nuestro reino. Lamento no poder estar para tu boda, pero no puedo estar en Arendelle. No me esperes, volveré cuando esté lista. Hasta entonces." ¡Aún no lo puedo creer! 

-Lo sé, lo sé. La leíste para mí unas... ¿tres mil veces? Te dijo que volvería, y estoy seguro que lo hará. Ella confía en ti. Pero, aunque no sabemos donde está, presiento que se encuentra bien. Sabe defenderse con sus... locos poderes congelantes.

-¡No los llames locos! Sus poderes son excepcionales y no dudo que pueda defenderse. ¿Pero por qué dejarnos? ¿¡Y justo antes de la boda!?

-Ya hemos hablado de esto, cariño. Todo está bien, pospondremos la boda hasta que Elsa regrese.

-¿Y qué si nunca lo hace? - había más que preocupación en sus ojos, consternación y pena. - ¿Qué haré sin ella? Puede que vuelva a perder control de sus poderes, pero cómo los resolverá sin mí... Sola...

-Estoy seguro que podrá y volverá... Es tu hermana y ella te ama como a nadie. Aunque tal vez... no lo sé... se me ocurre que tal vez ella se sentía un poco sola...

-¿Un poco sola? - Anna no  comprendía. ¿Cómo podría sentirse Elsa sola, rodeada de sirvientes, cortesanos, amigos, soldados, miembros reales de otros lugares lejanos, su amigo de nieve Olaf, Sven, Kristoff y su propia hermana? ¿Qué más le podría faltar?

-Pues sí... tu sabes. Tu me tienes a mí, pero ella... Elsa no tiene a nadie.

-¡Claro que sí! Me tiene a mí, Kristoff. - ella seguía sin entender.

-No me refiero al amor que puedes brindarle como hermana... Sino a que Elsa no tiene a alguien a quien amar más que a ti.

-Pues, ella ama el chocolate también.

-No seas ridícula, hablo de amor. ¡Como el nuestro!

-No hablaras de...

-Sí, me refiero a una pareja.

La joven lo reflexionó por un momento.

-Wow... yo... nunca había pensado en ello. ¿Quizás... Quizás por eso Elsa se fue? ¿En busca de amor?

-No lo sé. Como te dije es solo una suposición. Pero no podremos saberlo hasta que regrese. Y hasta entonces... - Kristoff aferró la cintura de Anna hacía él, sus rostros estaban a centímetros de distancia, sus alientos colicionaban en la piel del otro. Él volvió a agarrar sus manos con delicadeza. - Anna, debes alejarte un poco de tus preocupaciones. Mírate, estas tensa y estresada. Un pequeño cambio no te hará mal. Podríamos salir a divertirnos un rato, ¿qué dices? 

-Kris, no estoy segura. Soy reina ahora, no puedo simplemente dejar el reino. Y ni hablar de dejar a nadie a cargo, ya sabes lo que pasó con Hans...

-Sí, lo recuerdo... Pero qué tal si dejas una carta diciendo que vas a una... Reunión con los reyes de... bueno, algún lugar.

-¿Y entonces qué haremos?

-¿Te refieres a que harás la carta y te "escaparas" de tus deberes reales por un rato con migo?

-Pues... - suspiró- supongo que tienes razón. No he dejado de trabajar duro, y todo este papelerío y organización del reino... ¡Ugh! ¡Es demasiado para mí! Necesito despejarme por un rato. Asi que sí, haré la carta, pero no podemos irnos por mucho tiempo.

-No te preocupes, así será. Y conozco el lugar perfecto a donde ir esta noche. Quiero que hagas lo siguiente: búscate un disfraz, pero que no te vea nadie en el camino, será nuestro secreto.

Ambos rieron picaronamente y se dieron un beso rápido pero con aire divertido. Esto era algo que no se hacía todos los días...

-¿A donde iremos entonces?- preguntó Anna emocionada. Parecía que la antigua Anna había vuelto en lugar de la entirstecida persona que había gobernado todos estos días. "Misión cumplida", pensó Kristoff.

-Es una sorpresa. - respondió y se marchó para buscar un atuendo apropiado para la noche, dejando a Anna mirándolo desde su despacho, ahora con una sonrisa verdadera en su rostro. 

Capítulo 12. "Cada vez más cerca" 



-Brrr, sí que hace frío aquí. - los dientes de Rapunzel se chocaban entre sí con brutal fuerza y su aliento se convertía en vapor debido al frío extremo. LLevaban volando horas hasta que llegaron a un lugar casi completamente inhóspito y desierto, donde predominaban las bajas temperaturas.

-Bueno, el frío a mí nunca me molesto.

-JA. JA.
Ya en el Polo Norte, Jack aceleró su vuelo. Quería llegar lo más rápido posible a la Base Guardiana. Desde allí, los Guardianes lo divisaron a lo lejos.

-¡Oigan, chicos! ¡Jack está de regreso! - era Santa que estaba mirando desde la ventana más cercana.

-No recuerdo que se haya ido - Conejo se unió a su lado para ver a Jack volando hacia ellos desde la distancia.- ¿Cuando demonios se fue?

- Cuando se trata de Jack, tú nunca pones atención, Conejo. - le dijo el Hada.

Sandyman solo se dignó en asentir conteniendo una risa.

- Tienes razón, Hada. Que brillante observadora eres.

Santa, aún mirando tras el cristal y sin prestarles atención a los demás Guardianes, agregó:

-¡Hey, miren! Trajo una chica.

-¿¡UNA CHICA!? - el Hada batió sus alas velozmente para unirse a la visión de Santa. 

-¿Estas celosa? - preguntó Conejo. 

-Por su puesto que no, kanguro tonto.

-Oye, tú nunca me has llamado así. Entonces sí estás celosa, eh Hada....

-Ya cállate.

-Mira, puedo ver cómo tu sangre hierve de ira y celos - se burló el Guardián.

-¡Conejo, ya es suficiente! - respondió ella enojada.

En ese momento, Jack entró por la ventana y depositó a Rapunzel en el piso.

-Hola, chicos. ¿Me extrañaron?

-Por supuesto que no. - de hecho Conejo nunca lo hacía.

-Me alegra verte a ti también, Kangurote. Les presento a Rapunzel. - señaló a la joven a su lado.

Ella saludó amablemente, y Santa Claus no pudo contener un salto de satisfacción.

-¡Oh, que alegría! Veo que ya te has olvidado de Elsa y has encontrado otra chica. Aunque creí que tus planes eran otros. Me alegra que ustedes-

-¿¿Qué?? - dijeron Jack y la chica al unísono, sin dejar que Santa terminara lo que quería decir. Se miraron con caras de espanto. Él dijo:

-No, no. Nosotros...

Y ella continuó, al igual que Jack, sin encontrar las palabras para explicarse:

-Quiero decir, no estamos...

-Es una equivocación. Nosotros no estamos...

-Juntos. - repitieron a la misma vez. 

-Oh, bueno. Esto sí que es incómodo... - susurró Santa, un poco avergonzado. Luego su mirada se llenó de confusión.- Espera... ella puede verte... Significa que...-

-Que ella cree en mí. - finalizó Jack.

Rapunzel, quien había estado acurrucada cerca de la chimenea y fuera de la conversación, preguntó sin entender lo que estaba sucediendo.

-¿Creer en ti?

-Verás, como te dije mi nombre es Jack Frost. Soy el Guardián del Invierno y la diversión. Sé que creer que soy "solo una expresión", pero eso explica muchas cosas, como el hecho de volar, de traerte a la Central de los Guardianes, y hacer esto...- Jack abrió la palma de su mano y desprendió un brillante copo de nieve que se posó en la mano de Rapunzel.

-¿Qué? - ella no lo podía creer.- Tú eres... ¿eres ese Jack Frost? Woow... Creí que eras solo una leyenda.

-Ojala.- resopló Conejo. Y Jack, haciendo que no lo había escuchado le respondió a Rapunzel.

-Sip, ese mismo. Soy toda una celebridad, ¿no lo crees? Y lo curioso de ser Guardián, es que soy invisible a los ojos de aquellos que no crean en mí. Pero tú lo haces.

-Claro que sí. Bueno, supongo. Madre me leía historias tuyas cuando era pequeña... supongo que por eso creo en ti. Aunque debo admitir que estoy un poco sorprendida y... confundida...

-Tranquila, es algo normal. Pero gracias.- le sonrió amablemente Jack.

-¿Por qué?

-Por creer en mí.

Ella le sonrió de regreso.

-Entonces, ¿qué está haciendo ella aquí, Jack? - fue el Hada quien preguntó.

-Bueno, la otra noche hablé con Hombre de la Luna...-

-¿Y qué te dijo? - interrumpió Conejo.

-Que, como el Señor Rechonchón (así lo solía llamar a Santa Claus) dijo, Elsa rompió los lazos que nos unía a ella y a mí como su Guardián. Además, deseó no volver a verme nunca más, y por eso no puedo acercarme a Elsa, a menos que ella lo pida. Y por lo que entiendo, no querrá hacerlo...

-No me extraña que lo haya hecho. En verdad que puedes resultar irritante, Frost.- lo mofó el Guardián de Pascuas. - Esperen... si yo le pido lo mismo a Hombre de la Luna, ¿significa que no te podrás acercar a mí nunca jamás? - sonaba excitado por la idea - ¡Que estupendo! ¿Cómo no se me había ocurrido antes?

 -Conejo. -lo cortó Santa. - No es tiempo de tus payasadas. Esto es serio.

-¿Y desde cuándo nos interesa la vida amorosa de Jack?

Sandyman le dio un puñetaso en el brazo.

-¡Auch! Sandy...

-Deja de ser inmaduro - le dijo el Hada. Luego, dirigiéndose a Jack, dijo: - Aún no entiendo por qué trajiste a esta chica aquí.

-Hombre de la Luna me dijo que ella era la única capaz de revertir el lazo roto, así podré volver a Elsa. Pero el problema es que yo no me puedo acercar a ella.

-¿Pero cómo hará eso ella, una simple mortal?

Esta vez, Rapunzel le respondió al Hada.

-Pues, podré ser una simple mortal, pero mi cabello posee capacidades mágicas. Con él, puedo volver el tiempo atrás, y curar lo herido o arrreglar lo roto. 

-Interesante... - Santa estaba muy impresionado con la chica - Pero creo que necesitarás tener a los dos jóvenes juntos para usar tu magia, y si Jack no puede ir hacia ella...

-Por eso vinimos, Santa. - dijo Jack. - Necesitamos su ayuda y un plan.

Los Guardianes se pusieron serios, tratando de pensar en un plan que funcionase a pesar de su obstáculo. Conejo habló primero.

-¿Qué tal si secuestramos a la Reina para que venga hasta aquí y unimos sus lazos con la chica de la cabellera de fideos?

-¡Oye! - se quejó Rapunzel. Él solo se digno a alzar los hombros.

-¡Conejo! ¡Déjate de tonterías! - le retó con furia el Guardián del Invierno.

-Espera... - lo frenó con tranquilidad Santa Claus. - tal vez, sea una buena idea.

-¿QUÉ? - dijeron todos a la vez con incredulidad, incluyendo a Conejo que había tenido la idea pero que nunca hubiese pensado que podría ser útil.

-Excepto por la parte de secuestrar a la chica. - corrigió Santa.- Quizás, la respuesta sea eso. Llevar a Elsa hacia Jack y no lo contrario.

-Eso... podría funcionar... - reflexionó Jack. De pronto, su cabeza s llenó de esperanza, como cuando supo que Rapunzel podría ayudarlo.- Pero... cómo haremos que venga hacia a mí si yo no me puedo acercar a ella...

-Tal vez no a ella... Pero sí a alguien cercano a ella. - opinó Rapunzel. El Hada asintió y dijo.

-Tiene razón, ¿acaso Elsa no tiene una hermana?

-¡Anna! Sí, por supuesto. Ella es la repuesta, tal vez ella pueda hablar con Elsa para convencerla de que venga hacia mí. - Jack sonaba más emocionado que nunca.

-Entonces hay que ir por Anna. ¡Vamos! ¿Qué estamos esperando? - la voz de Santa era casi tan feliz como la de Jack. - Vengan - señaló a Rapunzel y al chico. - los llevaré en mi trineo.

-¿A donde vamos esta vez? - Preguntó la muchacha.

-A Arendelle. - le respondió Jack mientras la sujetaba por el brazo y la guiaba hacia el subsuelo donde se encontraba el famoso trineo de Santa.

-¿No iremos volando?

-Nop. Llegaremos más rápido en trineo. 

Los tres, Santa, Jack y Rapunzel, habían dejado a los otros Guardianes atrás y se encontraban enfrente del magnífico trineo. La joven no pudo evitar sentir escalofríos.

-¿Y es peligroso?

-Si te gustó volar, esto te encantará aún más.

Capítulo 11. "A causa del destino" 



-¿Hola? ¿Hay alguien aquí? -gritó Jack en el interior de la torre.

Había podido volar exitosamente hasta Corona, su viaje no había durado más que unas cuantas horas, donde se adentró en sus más profundos bosques. Allí  halló la torre que había estado buscando. En esa, vivía la chica... ¿Raquel? De acuerdo, había olvidado su nombre pero no era muy importante. Necesitaba su ayuda para reconstruir el lazo que Elsa había roto (sin saberlo) para que él pudiese volver a ella, como le había dicho Hombre de la Luna.



En la oscuridad de la habitación donde estaba, pudo notar algo que se movía a sus pies. Era largo, brillante y... Dorado. Como una serpiente. Fue en ese momento en el que cayó al suelo cuando sus piernas, amarradas con esa extraña cosa, se unieron debido a la fuerza de lo que las sostenía, haciendo que Jack perdiera el equilibrio.

Su bastón había caído unos metros más lejos de él. Boca a bajo, trató de llegar a este pero una persona se interpuso en su camino. Era una chica, llevaba un vestido violeta hasta las rodillas y no llevaba zapatos, igual que Jack. La cosa dorada que lo había atrapado caía como una cascada al rededor de la chica desde su cabeza.

-¿Eso es...?- se preguntó Jack a sí mismo. La respuesta llegó a su cabeza al instante.

Cabello rubio. Mucho cabello rubio. El joven miró a ambos lados y encontró más metros de ese cabello interminable. *Esta chica necesita urgentemente un corte*, pensó para sus adentros. Subió la mirada y la vio. La muchacha era linda, muy linda, ojos verdes y labios rechonchos. Su ceño estaba fruncido y una expresión amenazante resaltaba en sus ojos. Estaba soteniendo un tipo de arma negra con el que apuntaba directo a Jack en la cabeza. Esperen... ¿Eso es un sartén?



-¿Quién eres? ¿Y qué haces aquí? - dijo la chica.

-Uhm yo... Espera, ¿puedes verme?




-Por su puesto que te puedo ver. Te estoy viendo en este momento. ¿Qué clase de lunático eres?

Bingo, ella lo pidía ver, eso significaba que creía en su existencia. Un problema menos. Hubiese sido imposible hablar con ella siendo invisible. Pero, sin dejar que él le respondiera, la chica siguió diciendo:

-¿Cómo me encontraste? ¡¿Vienes a robarte mi cabello?!

-¿Qué? ¡No! - él no podía entender para qué le robaría su cabello. Luego recordó. Su cabello era mágico, dijo la Luna, y él lo necesitaba, pero no lo robaría, simplemente le pediría su ayuda como un favor.




-¡¿Entonces qué estas haciendo aquí?!





-Deja de apuntarme con tu... Sartén... Y te lo explicaré.

-Yo creo que no. Explicate ahora. Si bajo la guardia podrías atacarme. -reflexionó.

-¿Y por qué te atacaría?

-Pues... No lo sé, eres un extraño que acaba de entrar sin permiso a mi hogar. Supongo que defenderse es lo que las personas hacen en estos casos. Además no confío en ti como para hacerlo,así  que solo habla, anciano del cabello blanco y extraño.

-¿¿Anciano?? Auch, eso me dolió. Me siento ofendido. - él fingió estar molesto, aunque en verdad le pareció gracioso. Nunca antes alguien le habían dicho que era un abuelo.

-Oh, ¿no lo eres? - la chica parecía confundida, sin duda ella estaba segura que Jacklo era.

-Por supuesto que no. Bueno, tengo más de 300 años, pero luzco como un joven de 19, ¡no un anciano!

-Oh, lo siento, es que con tu pelo, el bastón y esa ropa... Yo lo supuse... - pareció que ella estaba desconcentrada, incluso un poco avergonzada, y había bajado la guardia por un instante, pero luego volvió a alzar su sartén. -Como sea, aún no me has respondido.

-Mi nombre es Jack Frost. Tú debes ser Raquel, ¿no es así?

La punta del arma de la chica estaba ahora sobre la  nariz de Jack, y con amenazadora rudesa, la delicada chica le dijo:

-Mi nombre es Rapunzel. - forzó cada letra para que le quedara claro. - No es un nombre muy complicado, Jack Frost- su tono era casi amenazante.



-Lo siento, dulzura. No sabía que tu nombre sonaba tanto como a un estornudo. Tus padres te debieron haber odiado.-


El sartén se apretó más, esta vez estaba sobre su cuello. Dudó cuanto daño podría hacerle aquel utensilio de cocina. Sería mejor para él dejar las bromas y el sarcasmo para otro momento.

-No te burles ni me llames dulzura, y dime el propósito de tu indeseable visita, o te sacaré yo misma a patadas.

-Uuh, me aterras, ¿sabes? - no pudo evitarlo y el chico volvió a burlarse.

Rapunzel solo lo miró, sin responder, con enfado e impaciencia.

-Mira, Raquel-

-Rapunzel. - le corrigió ella.

-Como sea. Necesito tu ayuda.

-¿Mi ayuda?

-Sí. Verás... - Jack no sabía por donde empezar a explicar - Sé sobre tu cabello mágico porque la Luna me lo dijo...

-¿¡Qué!? - lo interrumpió, sin poder creérselo - ¿Cómo es posible que la Luna hablase?

-Eso no importa, pero lo que sí lo es, es que solo con tu cabello puedo reconstruir un lazo de amor.



-¿Con quién? Si se puede saber... - no estaba seguro, pero pensó haber visto que Rapunzel se ruborizaba.


-Dudo que la conozcas. Su nombre es Elsa, Reina de Arendelle.

-Lo siento, no he oído de ella. Aún así, no entiendo cómo es que yo puedo ayudarte. ¿No se supone que el amor se recupera con... bueno más amor? Chocolates, serenatas, flores y esas cosas.

-No en este caso... verás es una larga historia, en verdad. Lo que sucede es que... maldita sea, no puedo acercarme a ella. Fui su Guardián durante un tiempo, pero las cosas se pusieron feas, ella creyó que yo le había mentido y la "engañe" ante sus ojos. Ahora me odia, y no quiere verme. Le dijo esto a la Luna y lo cumplió. Ahora una barrera mágica e invisible me separa de ella, y no podré atravesarla hasta que ella lo pida, aunque dudo que lo quiera hacer. La única forma es...

-Mi cabello... Mi cabello reconstruirá lo que el destino se llevó. - Rapunzel terminó su oración.

-Así es. ¿Me ayudaras?

-Jack... Nunca he hecho esto antes. Lo único que sé hacer con mi magia es rejuvenecer y curar heridas. No lazos de amor... Eso es nuevo para mí.

-Y para mí también. Es la primera vez que me enamoro de alguien, y ahora la estoy perdiendo. No debes tener idea de lo que es estar separado de la única persona que sostiene tu mundo. Sientes que te derrumbas... - ahora había pena en su voz, que la chica captó.

-Si lo hago... Tendré que dejar la torre, tendremos que llegar hasta ella, de alguna forma. Para reconstruir el lazo se necesitará que estén las dos personas. No podrá ser posible si estas solo tú.

-Oh... No lo sabía. Ese sí que será un obstáculo, pero encontraremos la forma de que pueda atravesar la barrera hasta Arendelle. Por favor...

Jack se sentó en la silla de madera colorida más cercana con una mirada de súplica y cansancio. La muchacha ya había bajado su arma y la tenía bajo su brazo. Él alzó su vista hasta ella y se dio cuenta que Rapunzel estaba mirando el suelo, reflexionando su propuesta. Ninguno de los dos tenían idea de cómo reconstruirían lo que se perdió (tal vez para siempre), pero él estaba dispuesto a averiguarlo, por Elsa.


 Finalmente, ella habló.

 -De acuerdo, lo haré.




-¿Deberas? ¡¡Genial!! - Jack brincó de su asiento como una flecha, sonriendo de oreja a oreja y achinando sus ojos con satisfacción, hasta que Rapunzel le acotó:

-Pero...

-¿Pero qué?

-Hay un problema. Mi madre no me permitió nunca salir de esta torre, y presentarle un chico que luce como un anciano y explicarle toda esta idea loca no la hará cambiar de opinión en absoluto. Dice que estoy segura aquí. Pero yo... *suspiró* Yo quiero salir, ver el mundo y no desde mi ventana, sino en persona. Y si me voy, ella enloquecerá. Me quiere mucho como para perderme. Me buscará por todas partes, y si no me encuentra por un tiempo, tengo miedo que le pase algo malo.

-Rasputhia... - dijo con dulzura.

-¡Rapunzel!

-Ah, cierto. - siguió Jack - Mira, no creo que alguien que te quiera te pueda retener toda tu vida en un lugar por tu "seguridad". Pero si quieres venir, pues hazlo. No veo a tu madre aquí para retenerte... - él miró para todos lados, pero no encontró nada más que la chica y él en la habitación de pintorescos muebles y paredes de la torre.

Ella lo consideró una vez más.

-Tienes razón, pero no sé a qué distancia estamos de Arendelle. ¿Tardará mucho nuestro viaje?

-Tranquila, volveremos antes de lo que dices "sandwich". Cuando me hayas ayudado te traeré de vuelta a tu torrecilla.  Piensalo, dulzura. Tú verás el mundo y yo podré estar con la persona a la que amo.

Unos minutos de silencio pasaron. *¿Por qué tarda tanto para decidirse?*, dijo Jack para sus adentros. Él estiró su blanca y fría mano hacia ella.

-¿Tenemos un trato?

Ella suavemente posó su mano sobre la suya. Su toque era cálido y reconfortante, sintió el joven.

-Acepto.

-Perfecto, no hay tiempo que perder.

Con sus manos unidas, Jack arrastró a la chica hacia la ventana por la que había entrado ya que no habían puertas en el lugar. Ella se detuvo en el marco.

-¿Qué haces? Espera, ¿cómo se supone que nos iremos de aquí? No veo que hayas traído caballos o...

-Oh, no. Nada de eso - la interrumpió. Sonrió socarronamente y con cierta maldad y diversión. Ella lo miró extrañada. - Volaremos.

-¿QUÉ? De acuerdo, estás loco...

-Ya lo verás, súbete.

-¿A dónde?

-Pues a mi espalda, ingenua.

-¿¿QUÉ?? NO LO HARÉ, ¿QUE PIENSAS HACER? ¿SALTAR POR LA VENTANA COMO SI NADA?

-Ugh... Que cabeza dura que eres.

Él se dio la vuelta, enfrentándose a ella y la tomó por las piernas y la espalda, mientras ella sujetaba su larga cabellera dorada, como a un bebé. Recordó cuando había hecho lo mismo con Elsa. Su cuerpo tan cercano al suyo había sido todo lo que necesitaba, le hacía feliz, y ahora lo extrañaba. Ciertamente, con Rapunzel era distinto. No sucedía la misma magia, pero no era por ello para lo que había ido. *Reconstruir el lazo* recordó. Mientras tanto, ella gritó, un poco asustada y sorprendida, y luego... él se tiró, con ella en brazos, por la ventana. Y en ese momento, se elevaron por los aires sin tocar el suelo y el viento los llevó lejos, muy lejos. Se elevaron hasta donde las nubes descansan.

A Rapunzel se le había pasado el miedo de volar luego de un rato. Hasta parecía que lo estaba disfrutando.

-Nunca antes había volado. - dijo entre risas mientras tocaba una nube y esta se deshacía en su mano.

-Siempre hay una primera vez para todo. - respondió Jack.

-¿Cómo enamorarse?

Él no dijo respuesta alguna.

Amor. Por qué rayos tiene que ser todo tan deifico, pensó. Él no había elegido enamorarse de Elsa, simplemente pasó. Pero no se arrepiente, porque sin duda, él la volvería elegir hasta que su vida terminara (aunque nunca terminaría ya que es inmortal). Sin embargo, cada segundo corría el riesgo de perderla. Tal vez ella pensaba en él de vez en cuando, o ya se había olvidado. Quizás ya no lo amaba... y tenía a otro chico en su vida. ¿Pero como podría saberlo? No la podía ver, pero ahora, cargado de esperanzas, no se rendiría. Solo faltaba saber cómo llegarían hasta Elsa.

-¿A donde vamos? - preguntó ella luego de que un largo tiempo pasara. Había calidez y un poco de vergüenza en su voz, seguramente por la tonta pregunta anterior que no había tenido respuesta. Es que ella no sabía nada del amor, y sólo sentía curiosidad. No quiso incomodar a Jack, por lo que prefirió mantener silencio, hasta ese momento.

Jack no tenía un plan, pero sólo había un lugar al que ir que no era Arendelle, obviamente.

-Al Polo Norte. Conocerás al resto de los Guardianes.

-¿Los qué?

-Ya lo verás.

 Y no volvieron a hablar hasta que llegaron a su destino.

Fin del Capítulo 10.


 

 

PD: