martes, 13 de enero de 2015

Capítulo 13. "Sin invitación." 




-¿Y estamos es Irlanda? - preguntó Rapunzel. En sus 18 años nunca antes había estado en otro lugar que no fuese... bueno, su torre. Y desconocía en absoluto el mundo exterior, por lo que viajar al Polo Norte y ahora a otro país se había vuelto toda una interesante aventura. 

-Arendelle... Y sí. Ya llegamos. - le corrigió Jack.

Habían volado casi por 10 horas desde la Sede Guardiana hasta Arendelle en el trineo. Rapunzel se había pasado el viaje entero mirado a ambos lados del vehículo, admirando el claro cielo, mientras que la mente de Jack divagaba por la novena nube. ¿Qué si Anna no lo podía ver porque no creía en él? ¿O tal vez no quisiera ayudarlo? ¿Se sorprendería la hermana de Elsa al ver a un chico tan fuera de lo  ordinario como él? ¿Qué le diría?

Fue el hombre barbudo quién interrumpió sus pensamientos:

-¿Ese es el castillo, Jack?- señaló a  la increíble construcción de piedra que se encontraba bajo ellos.

Jack asintió. Ese era el lugar que solía visitar años atrás para ver a su pequeñaprincesita de hielo, aunque durante mucho tiempo esas visitas se acabaron. Él tenía responsabilidades como Guardían, al igual que ella al crecer. Por alguna razón, estar allí otra vez, le causó a Jack que su estómago se  estrujara, o tal vez era por las alturas. Tantos buenos recuerdos de Elsa...  

Finalmente, aterrizaron  en el mayor silencio posible en el tejado. Descendieron todos del trineo y se escabulleron por el enorme palacio real. Debían actuar rápido y sigilosamente para que nadie los descubriera. Entre todos, revisaron cada habitación de las cientas que habían en la segunda planta en busca de Anna, pero por lo pronto no había señales de ella. Jack entró en una enorme sala, parecía ser una oficina, pero estaba vacía. Sin embargo, una carta sobre la extensa mesa le llamó la atención. Estaba firmado por ella.

-¡Chicos! - llamó a los demás en un susurro apenas audible. Estos se aproximaron a la puerta de la habitación en la que Jack estaba.- Creo que encontré algo.

Los ojos de Santa y Rapunzel estaban llenos de curiosidad, pero a la vez confundidos.

-¿Eso es una carta?- preguntó Norte (Santa).

-Sí, firmada por Anna. - Jack comenzó a abrir el sedoso papel, pero fue la chica quien precipitadamente lo interrumpió.

-¡Espera! ¿Estás seguro que podemos leerla? ¿No sería un delito?

-No si nadie nos ve. - respondió Jack despreocupado y comenzó a leerla en voz alta.

La carta redactaba lo siguiente:

"Yo, la Reina Anna de Arendelle, estaré ausente unas cuantas horas a las afueras del reino por temas políticos secretos en las Montañas del Este en la mansión Bamphry, escoltada por mi prometido, Sir Kristoff. Tengo toda la ayuda que necesito, por lo que no deben preocuparse por mí. Tranquilos, volveré mañana temprano."

-"... firma, la Reina Anna." - terminó de leer Jack.

-¿Las Montañas del Este? - meditó en voz alta la chica.

-No es muy lejos de aquí. Podremos seguirla hasta allí y hablar con ella. Tal vez se fue hace unas horas, tendremos la posibilidad de alcanzarla si nos apuramos. - alegó Jack. Diablos, hubiese sido más simple si Anna estuviese aquí. De todos modos no le importaba tener que viajar un poco más.

Pasos resonaban por los pasillos acompañados por voces femeninas.

- ¡Alguien viene, escóndanse!- el muchacho y su pequeño equipo se dispersaron por la oscura oficina real, Norte bajo el extenso escritorio, Rapunzel detrás del sofá morado y el Guardián restante detrás de la puerta de roble abierta entre esta y una gigantesca biblioteca.

Las voces de dos sirvientas se oían al pasar por allí:

-¿Has visto a la Reina? - preguntó una de ellas.

-No. Debe estar en los establos con su prometido que huele a reno, no lo sé en verdad.

-Oh, si la verdad que debería bañarse más seguido el joven - la primera mujer prefirió cambiar de tema -, ¿has oído de la fiesta que se hará en las Montañas del Este, en la mansión de los Bamphry? ¡Dicen que es de disfraces y será extraordinaria!

-Sí lo oí - la otra voz sonó con entusiasmo - , dicen que todo el mundo irá. Que pena que sólo seamos sirvientas y sin ropas de fiesta sino podría ser una gran ocasión para conocer hombres... 

El resto de la conversación se volvió inaudible a medida que las mujeres se alejaban pero Jack había escuchado lo justo y necesario. Cuando estuvieron seguros que no había moros en la costa, los tres salieron de sus escondites.

-¿Qué clase de gobernante deja su reino por una fiesta? - Rapunzel comentó pero nadie le prestó atención alguna.

-Supongo que asistiremos a una fiesta en las Montañas del Este. - suspiró Norte dirigiéndose a el chico - Pero Jack, no tenemos invitación siquiera.

-Tampoco disfraces. - continuó Rapunzel.

- Eso no importa, Santa no necesita un disfraz, con lo que lleva ya parece disfrazado - Jack miró sus prendas y no pudo evitar dejar salir una risa . A Norte no le causó gracia. -, sin ofender, compañero. (en caso de que no se acuerden como se vestía Norte/Santa les dejo una imagen)

El hombre barbudo bufó y cruzó sus fornidos brazos sobre su pecho, sintiéndose un poco herido por el comentario, aunque por parte tenía razón. Frost prosiguió con su plan, esta vez dirigiéndose a la muchacha rubia.

-Pero nosotros sí necesitamos algo que vestir. Conseguiremos algunos y cuando nos vean disfrazados seguro nos dejarán entrar, no habrá problema. Sugiero que busquemos algo que ponernos en alguna de estas habitaciones y partamos deprisa. No querremos llegar tarde.


 Evadieron los guardias en silencio y tomaron ropas"prestadas". Rapunzel había rebuscado entre las ropas de Anna y encontró un bonito vestido rosa pálido de encaje, decorado detalles blancos y floreados y con falda larga y acampanada. Lo acompañó con un elegante abanico y una máscara que combinaban con sus ropas. Se veía muy bien, admitió Jack, se veía como una princesa. Incluso se le escapo un "Ohh" de sorpresa, había pasado por alto lo bella que era. Ella sonrió amablemente ante este gesto. De inmediato, Jack sacudió la cabeza.

Por otro lado, él había conseguido un saco dorado con delicados detalles al rededor de las solapas y mangas, pantalones oscuros, camisa blanca cual nieve y botas de montar altas y lustrosas. Odiaba tener que usar calzado. No estaba muy seguro a quién le pertenecía el atuendo pero le sentaba muy bien, casi parecía un caballero. Añadió el detalle de una máscara negra y un prendedor de oro en el cuello. Por supuesto, no podía faltar su bastón.



Los tres estaban reunidos en el tejado, listos para irse. Santa había agregado a su típico atuendo un sombrero de copa y parecía contento con su elección. Jack solo lo miraba con expresión crítica y el ceño fruncido.

-¿Por qué me miras así muchacho? ¿Qué acaso yo no puedo vestirme formal como ustedes? - sonrió y abrazó su enorme tapado. - ¡Me veo красивый (hermoso)!

-No, te ves ridículo. Quítate ese sombrero. - le respondió un poco molesto y cortando sus juegos. En verdad le quedaba ridículo y por si no lo notaban él tenía demasiada prisa por llegar al lugar de la fiesta.

-Deja que se lo quede, Jack - suplicó dulcemente Rapunzel -, si él se siente cómodo. Y no creo que le quede mal. Además, no veo porque Norte no puede disfrazarse como nosotros. 

La sonrisa de Santa brilló enormenente ante su defensa mientras todos abordaban el trineo volador. Jack sólo de dignó a rodar los ojos e inhalar el frío aire de la noche. Cada vez estaba más cerca de poder volver a Elsa. El trineo se elevó con la fuerza de los renos y comenzó su viaje a su próximo destino.


Fin del capítulo 13 

lunes, 22 de diciembre de 2014

Capítulo 13. "Un pequeño cambio"



-¡Oh! Kristoff, me has dado un susto de muerte... - dijo Anna sin aliento.

-Lo siento,mi pequeña zanahoria... No fue mi intención, querida. - se disculpó él y le dio un dulce beso en la frente.

Anna estaba en la oficina real del palacio de Arendelle, como lo hizo cada día después de la partida de su hermana. Elsa ni siquiera se había despedido de ella, pensó Anna con tristreza. De hecho, la princesa ya no solía sonreír si no fuese por su amado y futuro esposo, Kristoff. Extrañaba con todas sus fuerzas a Elsa, y se aferraba a la esperanza de que pronto volvería.

-¿Cómo has estado, Kris?

-Bien, tú sabes. Creo que me estoy acostumbrando a la idea de vivir en un palacio, aunque debo correr unos cuantos metros para alcanzar el baño y no hacerme encima, porque SÍ que es extenso. Y excepto por la parte de tener que asearme cada bendito día.

La muchacha rió, sin fuerzas y ánimos. Ya no era la vivida y alegre princesa que había conocido, se dio cuenta Kristoff. Tampoco sabía que su hermana era tan esencial en la vida de su novia. Pero él no se daría por vencido en la persona que más ama. Juró que haría lo posible por reanimarla de algún modo u otro.

-Sabes, querida. No has salido del palacio desde hace semanas. Mejor dicho, de esta sala. Rara vez comes u hablas con otros que no sea yo. - se acercó a donde ella estaba sentada y le tomó las manos que estaban escribiendo en unos papeles que debían ser de interés real. - No quiero presionarte, Anna. Pero te amo, y estoy preocupado.

Ella entendía a lo que se refería. Se alejó de la interminable pila de papeles del escritorio para enfrentarse a él, con una mirada sumida en dolor y pena.

-Oh, Kristoff. - corrió a abrazarlo. - Yo también te amo. Pero ahora debo gobernar un reino entero y no tengo la mínima idea de cómo se hace. Estoy atareada de tareas y es TAN ESTRESANTE. Aún no entiendo como es que Elsa lo hacía. Ella hacía que se viera tan fácil...

-Lo sé. Y si supiera cómo reinar, sabes que te ayudaría. Pero no puedes seguir así, Anna. Te está consumiendo toda esta loca idea. Sin embargo... Tengo la curiosa sensación de que hay algo más que deberes reales rondando en tu cabecilla traviesa y que te preocupa. Y mucho.

-¿Cómo lo sabes?

-Desde que te conocí has sido un libro abierto para mí. Transparente. Puedo leerte fácilmente, como si fuesen mis propias emociones las que veo. -colocó con su mano dulcemente en su mejilla y acomodó un rojizo cabello  rebelde que se escapaba del elegante peinado de Anna. - Te conozco, y sé que  hay algo además de Arendelle que te preocupa. ¿Qué es, mi amor? Puedes decírmelo, siempre que te sientas mal sabes que yo...-

La nueva reina lo calló con un beso. Él había sido tan atento estas semanas de soledad, no se sorprendía que Kristoff supiese que su pena se debía a algo más. Se separó un poco del fornido cuerpo de su amado para decir:

-No sabía que me conocieras tanto. Pero sí, es cierto. Estoy preocupada por Elsa. No sé dónde está. Lo único que dejó fue una tonta nota que decía "te extrañaré Anna. Debo irme por un tiempo, pero sé que podrás hacerte cargo de nuestro reino. Lamento no poder estar para tu boda, pero no puedo estar en Arendelle. No me esperes, volveré cuando esté lista. Hasta entonces." ¡Aún no lo puedo creer! 

-Lo sé, lo sé. La leíste para mí unas... ¿tres mil veces? Te dijo que volvería, y estoy seguro que lo hará. Ella confía en ti. Pero, aunque no sabemos donde está, presiento que se encuentra bien. Sabe defenderse con sus... locos poderes congelantes.

-¡No los llames locos! Sus poderes son excepcionales y no dudo que pueda defenderse. ¿Pero por qué dejarnos? ¿¡Y justo antes de la boda!?

-Ya hemos hablado de esto, cariño. Todo está bien, pospondremos la boda hasta que Elsa regrese.

-¿Y qué si nunca lo hace? - había más que preocupación en sus ojos, consternación y pena. - ¿Qué haré sin ella? Puede que vuelva a perder control de sus poderes, pero cómo los resolverá sin mí... Sola...

-Estoy seguro que podrá y volverá... Es tu hermana y ella te ama como a nadie. Aunque tal vez... no lo sé... se me ocurre que tal vez ella se sentía un poco sola...

-¿Un poco sola? - Anna no  comprendía. ¿Cómo podría sentirse Elsa sola, rodeada de sirvientes, cortesanos, amigos, soldados, miembros reales de otros lugares lejanos, su amigo de nieve Olaf, Sven, Kristoff y su propia hermana? ¿Qué más le podría faltar?

-Pues sí... tu sabes. Tu me tienes a mí, pero ella... Elsa no tiene a nadie.

-¡Claro que sí! Me tiene a mí, Kristoff. - ella seguía sin entender.

-No me refiero al amor que puedes brindarle como hermana... Sino a que Elsa no tiene a alguien a quien amar más que a ti.

-Pues, ella ama el chocolate también.

-No seas ridícula, hablo de amor. ¡Como el nuestro!

-No hablaras de...

-Sí, me refiero a una pareja.

La joven lo reflexionó por un momento.

-Wow... yo... nunca había pensado en ello. ¿Quizás... Quizás por eso Elsa se fue? ¿En busca de amor?

-No lo sé. Como te dije es solo una suposición. Pero no podremos saberlo hasta que regrese. Y hasta entonces... - Kristoff aferró la cintura de Anna hacía él, sus rostros estaban a centímetros de distancia, sus alientos colicionaban en la piel del otro. Él volvió a agarrar sus manos con delicadeza. - Anna, debes alejarte un poco de tus preocupaciones. Mírate, estas tensa y estresada. Un pequeño cambio no te hará mal. Podríamos salir a divertirnos un rato, ¿qué dices? 

-Kris, no estoy segura. Soy reina ahora, no puedo simplemente dejar el reino. Y ni hablar de dejar a nadie a cargo, ya sabes lo que pasó con Hans...

-Sí, lo recuerdo... Pero qué tal si dejas una carta diciendo que vas a una... Reunión con los reyes de... bueno, algún lugar.

-¿Y entonces qué haremos?

-¿Te refieres a que harás la carta y te "escaparas" de tus deberes reales por un rato con migo?

-Pues... - suspiró- supongo que tienes razón. No he dejado de trabajar duro, y todo este papelerío y organización del reino... ¡Ugh! ¡Es demasiado para mí! Necesito despejarme por un rato. Asi que sí, haré la carta, pero no podemos irnos por mucho tiempo.

-No te preocupes, así será. Y conozco el lugar perfecto a donde ir esta noche. Quiero que hagas lo siguiente: búscate un disfraz, pero que no te vea nadie en el camino, será nuestro secreto.

Ambos rieron picaronamente y se dieron un beso rápido pero con aire divertido. Esto era algo que no se hacía todos los días...

-¿A donde iremos entonces?- preguntó Anna emocionada. Parecía que la antigua Anna había vuelto en lugar de la entirstecida persona que había gobernado todos estos días. "Misión cumplida", pensó Kristoff.

-Es una sorpresa. - respondió y se marchó para buscar un atuendo apropiado para la noche, dejando a Anna mirándolo desde su despacho, ahora con una sonrisa verdadera en su rostro. 

Capítulo 12. "Cada vez más cerca" 



-Brrr, sí que hace frío aquí. - los dientes de Rapunzel se chocaban entre sí con brutal fuerza y su aliento se convertía en vapor debido al frío extremo. LLevaban volando horas hasta que llegaron a un lugar casi completamente inhóspito y desierto, donde predominaban las bajas temperaturas.

-Bueno, el frío a mí nunca me molesto.

-JA. JA.
Ya en el Polo Norte, Jack aceleró su vuelo. Quería llegar lo más rápido posible a la Base Guardiana. Desde allí, los Guardianes lo divisaron a lo lejos.

-¡Oigan, chicos! ¡Jack está de regreso! - era Santa que estaba mirando desde la ventana más cercana.

-No recuerdo que se haya ido - Conejo se unió a su lado para ver a Jack volando hacia ellos desde la distancia.- ¿Cuando demonios se fue?

- Cuando se trata de Jack, tú nunca pones atención, Conejo. - le dijo el Hada.

Sandyman solo se dignó en asentir conteniendo una risa.

- Tienes razón, Hada. Que brillante observadora eres.

Santa, aún mirando tras el cristal y sin prestarles atención a los demás Guardianes, agregó:

-¡Hey, miren! Trajo una chica.

-¿¡UNA CHICA!? - el Hada batió sus alas velozmente para unirse a la visión de Santa. 

-¿Estas celosa? - preguntó Conejo. 

-Por su puesto que no, kanguro tonto.

-Oye, tú nunca me has llamado así. Entonces sí estás celosa, eh Hada....

-Ya cállate.

-Mira, puedo ver cómo tu sangre hierve de ira y celos - se burló el Guardián.

-¡Conejo, ya es suficiente! - respondió ella enojada.

En ese momento, Jack entró por la ventana y depositó a Rapunzel en el piso.

-Hola, chicos. ¿Me extrañaron?

-Por supuesto que no. - de hecho Conejo nunca lo hacía.

-Me alegra verte a ti también, Kangurote. Les presento a Rapunzel. - señaló a la joven a su lado.

Ella saludó amablemente, y Santa Claus no pudo contener un salto de satisfacción.

-¡Oh, que alegría! Veo que ya te has olvidado de Elsa y has encontrado otra chica. Aunque creí que tus planes eran otros. Me alegra que ustedes-

-¿¿Qué?? - dijeron Jack y la chica al unísono, sin dejar que Santa terminara lo que quería decir. Se miraron con caras de espanto. Él dijo:

-No, no. Nosotros...

Y ella continuó, al igual que Jack, sin encontrar las palabras para explicarse:

-Quiero decir, no estamos...

-Es una equivocación. Nosotros no estamos...

-Juntos. - repitieron a la misma vez. 

-Oh, bueno. Esto sí que es incómodo... - susurró Santa, un poco avergonzado. Luego su mirada se llenó de confusión.- Espera... ella puede verte... Significa que...-

-Que ella cree en mí. - finalizó Jack.

Rapunzel, quien había estado acurrucada cerca de la chimenea y fuera de la conversación, preguntó sin entender lo que estaba sucediendo.

-¿Creer en ti?

-Verás, como te dije mi nombre es Jack Frost. Soy el Guardián del Invierno y la diversión. Sé que creer que soy "solo una expresión", pero eso explica muchas cosas, como el hecho de volar, de traerte a la Central de los Guardianes, y hacer esto...- Jack abrió la palma de su mano y desprendió un brillante copo de nieve que se posó en la mano de Rapunzel.

-¿Qué? - ella no lo podía creer.- Tú eres... ¿eres ese Jack Frost? Woow... Creí que eras solo una leyenda.

-Ojala.- resopló Conejo. Y Jack, haciendo que no lo había escuchado le respondió a Rapunzel.

-Sip, ese mismo. Soy toda una celebridad, ¿no lo crees? Y lo curioso de ser Guardián, es que soy invisible a los ojos de aquellos que no crean en mí. Pero tú lo haces.

-Claro que sí. Bueno, supongo. Madre me leía historias tuyas cuando era pequeña... supongo que por eso creo en ti. Aunque debo admitir que estoy un poco sorprendida y... confundida...

-Tranquila, es algo normal. Pero gracias.- le sonrió amablemente Jack.

-¿Por qué?

-Por creer en mí.

Ella le sonrió de regreso.

-Entonces, ¿qué está haciendo ella aquí, Jack? - fue el Hada quien preguntó.

-Bueno, la otra noche hablé con Hombre de la Luna...-

-¿Y qué te dijo? - interrumpió Conejo.

-Que, como el Señor Rechonchón (así lo solía llamar a Santa Claus) dijo, Elsa rompió los lazos que nos unía a ella y a mí como su Guardián. Además, deseó no volver a verme nunca más, y por eso no puedo acercarme a Elsa, a menos que ella lo pida. Y por lo que entiendo, no querrá hacerlo...

-No me extraña que lo haya hecho. En verdad que puedes resultar irritante, Frost.- lo mofó el Guardián de Pascuas. - Esperen... si yo le pido lo mismo a Hombre de la Luna, ¿significa que no te podrás acercar a mí nunca jamás? - sonaba excitado por la idea - ¡Que estupendo! ¿Cómo no se me había ocurrido antes?

 -Conejo. -lo cortó Santa. - No es tiempo de tus payasadas. Esto es serio.

-¿Y desde cuándo nos interesa la vida amorosa de Jack?

Sandyman le dio un puñetaso en el brazo.

-¡Auch! Sandy...

-Deja de ser inmaduro - le dijo el Hada. Luego, dirigiéndose a Jack, dijo: - Aún no entiendo por qué trajiste a esta chica aquí.

-Hombre de la Luna me dijo que ella era la única capaz de revertir el lazo roto, así podré volver a Elsa. Pero el problema es que yo no me puedo acercar a ella.

-¿Pero cómo hará eso ella, una simple mortal?

Esta vez, Rapunzel le respondió al Hada.

-Pues, podré ser una simple mortal, pero mi cabello posee capacidades mágicas. Con él, puedo volver el tiempo atrás, y curar lo herido o arrreglar lo roto. 

-Interesante... - Santa estaba muy impresionado con la chica - Pero creo que necesitarás tener a los dos jóvenes juntos para usar tu magia, y si Jack no puede ir hacia ella...

-Por eso vinimos, Santa. - dijo Jack. - Necesitamos su ayuda y un plan.

Los Guardianes se pusieron serios, tratando de pensar en un plan que funcionase a pesar de su obstáculo. Conejo habló primero.

-¿Qué tal si secuestramos a la Reina para que venga hasta aquí y unimos sus lazos con la chica de la cabellera de fideos?

-¡Oye! - se quejó Rapunzel. Él solo se digno a alzar los hombros.

-¡Conejo! ¡Déjate de tonterías! - le retó con furia el Guardián del Invierno.

-Espera... - lo frenó con tranquilidad Santa Claus. - tal vez, sea una buena idea.

-¿QUÉ? - dijeron todos a la vez con incredulidad, incluyendo a Conejo que había tenido la idea pero que nunca hubiese pensado que podría ser útil.

-Excepto por la parte de secuestrar a la chica. - corrigió Santa.- Quizás, la respuesta sea eso. Llevar a Elsa hacia Jack y no lo contrario.

-Eso... podría funcionar... - reflexionó Jack. De pronto, su cabeza s llenó de esperanza, como cuando supo que Rapunzel podría ayudarlo.- Pero... cómo haremos que venga hacia a mí si yo no me puedo acercar a ella...

-Tal vez no a ella... Pero sí a alguien cercano a ella. - opinó Rapunzel. El Hada asintió y dijo.

-Tiene razón, ¿acaso Elsa no tiene una hermana?

-¡Anna! Sí, por supuesto. Ella es la repuesta, tal vez ella pueda hablar con Elsa para convencerla de que venga hacia mí. - Jack sonaba más emocionado que nunca.

-Entonces hay que ir por Anna. ¡Vamos! ¿Qué estamos esperando? - la voz de Santa era casi tan feliz como la de Jack. - Vengan - señaló a Rapunzel y al chico. - los llevaré en mi trineo.

-¿A donde vamos esta vez? - Preguntó la muchacha.

-A Arendelle. - le respondió Jack mientras la sujetaba por el brazo y la guiaba hacia el subsuelo donde se encontraba el famoso trineo de Santa.

-¿No iremos volando?

-Nop. Llegaremos más rápido en trineo. 

Los tres, Santa, Jack y Rapunzel, habían dejado a los otros Guardianes atrás y se encontraban enfrente del magnífico trineo. La joven no pudo evitar sentir escalofríos.

-¿Y es peligroso?

-Si te gustó volar, esto te encantará aún más.